Desde la objetividad que confiere el haber dejado pasar unos días despues de toda una explosión para los sentidos, con la tranquilidad de tener bien guardado los recuerdos para toda la vida y con la seguridad profunda de que no era un sueño, solo puedo dar las gracias a todos y cada uno de los hermanos costaleros que se fundieron en un solo corazón para hacer posible que Escacena viviera una jornada mágica, inolvidable. Como capataz fue un orgullo ir delante del paso, con Paco y Pepe, aunque algunas veces la emoción hizo que me costara trabajo articular palabra para dedicar algunas levantás; como el costalero que no pude ser en tan gran momento, sentí una sana y fraterna envidia por todos aquéllos que lucían el costal ceñido y como hermano de mi hermandad, el corazón henchido al saber que era uno de los momentos históricos y que estábamos alli para vivirlo.
Como esta página está dedicada eminentemente al mundo del costal, aunque ese día lo hicieron posible muchas personas por muy diversos motivos, mi homenaje va en concreto a la gente de abajo. No tengo fotos, porque en mis manos solo cabía esa noche agarrar el llamador para elevar a nuestras queridas imágenes hacia el cielo de Escacena y para estrecharlas y abrazarlas con esa buena gente de la hermandad que tanto han luchado por conseguir hacer realidad una quimera de ensueño. Por eso, mas que imágenes, os dejo algo puramente nuestro, los cuadrantes de las cuadrillas. Aqui están aquéllos que hicieron posible ese andar solemne a los sones de la Agrupacion Santa Cecilia, GRACIAS A TODOS.